El sésamo fue una de las primeras plantas que el hombre cultivó ya en tiempos prehistóricos. En la actualidad, todavía es de uso común entre las poblaciones de Oriente, norte de África y Sudamérica. Por desgracia, en Europa casi se había abandonado su consumo, aunque recientemente se ha vuelto a incorporar a la dieta y es que es uno de los alimentos más completos que ofrece la naturaleza.
Con un  elevado contenido en lecitina, fósforo y calcio, el sésamo es un alimento específico para el sistema nervioso. Contiene gran parte de los aminoácidos esenciales y minerales perfectamente asimilables, además de grasas insaturadas. Por otro lado, al tener pocos hidratos de carbono se convierte en un reconstituyente energético de primer orden.

Podemos encontrar el sésamo en diferentes presentaciones:

• Sésamo en grano. Espolvorear en ensaladas, cereales, yogures o sobre pan. Es muy importante que siempre se rompa la semilla para que entren bien los nutrientes en el organismo. Toda semilla que entra en nuestro cuerpo entera sale entera, siempre masticarlas si se puede o romperlas con un mortero, una batidora…
• Gomasio. Sésamo tostado y sal marina. Favorece la secreción de jugos gástricos, estimula el metabolismo, fortalece el sistema nervioso y restablece el equilibrio alcalino del cuerpo. Además, es ligeramente diurético y regenera los tejidos del intestino. Aquellas personas con hipertensión deben moderar su consumo por la presencia de sal.
• Tahin: Pasta de sésamo que se emplea como condimento en la preparación de salsas, patés vegetales… es conveniente emulsionarlo con un poco de agua para hacerlo más digestivo.
• Aceite de sésamo. Prensado en frío y no refinado, posee un 85% de ácidos grasos insaturados y poliinsaturados, además de ácidos grasos libres. Este aceite no sólo no genera colesterol malo sino que lo combate. Además, tiene múltiples aplicaciones para tratar afecciones cutáneas, del cabello, de oídos y ojos. Debe utilizarse en proporciones mucho menores que otros aceites en la cocina.

Aunque la información presentada puede servir de orientación, en ningún caso debe ser considerada como prescripción médica o recomendación para ninguna enfermedad. CONSULTE SIEMPRE A SU MÉDICO DE CONFIANZA.