Hoy os traigo una receta de crema de remolacha, buenísima con ese color rojo/rosa precioso, y llena de vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes.
Me encantan las cremas de verduras, son la versión tradicional y calentita del smoothie (vale, algunos nutrientes se pierden con la cocción, pero siguen estando llenas de micronutrientes). Constituyen un primer plato estupendo o una cena ligera, las combinaciones de verduras, y por lo tanto de sabores, son variadísimas y se hacen en un momento.
Aunque son súper fáciles de hacer hay un par de cosas importantes que hay que saber para conseguir una crema sabrosa y cremosa si necesidad de usar espesantes (patatas, nata, féculas varias…) ni una tonelada de sal. Que oye si os apetece poner patatas está bien pero que no sea porque vuestra crema es un aguachirri sin sabor.
Lo primero que se puede hacer es sofreír algunas de las verduras (o todas), si cogen un poquito de color se potencian ciertos sabores.
Después hay que controlar la cantidad de agua. Si cocéis las verduras en “agua abundante”, hay que retirar una parte para triturar, con la consiguiente pérdida de nutrientes y de aromas. En general no hace falta ni cubrir del todo las verduras, se cuece tapado y se cocinan sin problemas. Si al final la crema es demasiado espesa siempre se puede añadir agua. Por supuesto se puede sustituir el agua por caldo de verduras que añade más sabor a la cosa, pero igual, sin llegar a cubrir.
Y por último, las hierbas aromáticas y las especias son muy importantes, algunas tienen propiedades interesantes, pero sobre todo proporcionan sabores diferentes, intenso en algunos casos y evitan que nos pasemos con la sal.
Y a propósito de sal, ya sé que es el potenciador de sabor más usado y con el que tenemos más práctica, pero el exceso de sal en la dieta es un problema bastante serio. Cada vez que como en un restaurante me bebo un litro de agua con la comida y aun así salgo muerta de sed. Y cuando veo vídeos de algunas recetas alucino con la cantidad de sal que ponen los cocineros.
Esto no quiere decir que la sal sea mala, la sal es necesaria para el organismo, proporciona sodio yodo (no todas las sales) y otros oligoelementos que son difíciles de conseguir por otros medios. Todas nuestras células están llenas de agua salada con todo lo demás flotando en ella, y además también hay agua salada en el exterior de las células. Pero estos elementos se necesitan en cantidad bastante pequeñita.
Esta es la cantidad máxima diaria recomendada por la organización mundial de la salud (para una persona adulta y sana), una cucharadita de postre. La mínima es algo así como un cuarto de cucharadita. Y eso incluye la que ya lleva el pan y cualquier alimento preparado que comamos.
Lo que quiere decir que hay que andarse con cuidado con la sal que añadimos a nuestros platos al cocinar.
Y para no morirse de pena comiendo platos insípidos es muy importante jugar con otros sabores (ácido y picante si os gustan y sobre todo umami) o sustituir parte de la sal (o toda) por especias que dan sensación de sal como la levadura nutricional, las algas (que si, tienen sodio pero menos que la sal), el romero o el tomillo… y si de verdad no podéis vivir sin añadir más sal al plato una vez cocinado probad a «engañaros» un poco utilizando gomasio que es una mezcla de sésamo en polvo con sal (alrededor de un 30% de sal en total) poned la misma cantidad que la que pondríais de sal y al menos reduciréis la cantidad.
La receta de hoy no lleva prácticamente sal, es más, se puede eliminar completamente, y aun así es una crema muy sabrosa, probadla y veréis que no echáis de menos la sal.
Raciones: 4
Tiempo de preparación: 15 minutos
Ingredientes:
- Dos remolachas cocidas.
Tres ramas de apio. - Tres zanahorias.
- Una cebolla.
- Unos tallos de cebolleta (también vale cebollino).
- Agua o caldo de verduras.
- Pimienta.
- Dos dientes de ajo.
- Un poquito de guindilla.
- Un limón.
- Un chorrito de aceite.
Opcional:
- Una pizca de sal.
- Levadura nutricional.
- Sésamo y almendras tostados.
- Yogur natural. Puede ser vegano sin problemas.
Preparación:
Pelar, lavar y cortar las zanahorias en rodajas finitas.
Pelar y picar la cebolla en cuadraditos.
Lavar y cortar el apio en trocitos.
Pelar el ajo y quitar el germen.

Colocar las verduras en una cazuela o thermomix (u otro robot de cocina que cueza).
Añadir una pizca de sal o de gomasio. Si no queréis o no podéis añadir sal tampoco es necesario.
Rehogar con un chorrito de aceite unos 10 minutos. En thermomix programar 8 minutos, temperatura varoma, velocidad cuchara.
Añadir la remolacha cortada en cubos, la guindilla, y agua. No hace falta cubrir completamente las verduras. Es más fácil añadir agua si falta al final que arreglar una crema que ha quedado aguada.

Llevar a ebullición y cocinar un par de minutos. En thermomix programar 5 minutos, temperatura varoma velocidad cuchara.
Triturar hasta obtener la consistencia que más os guste. Puede quedar con trocitos o en crema lisa.

Añadir agua si es necesario.
Para servir:
Lavar los tallos de cebolleta y picarlos. Servir en un cuenco aparte para espolvorear por encima.
Servir en cuencos individuales con limón (para exprimir por encima), yogur natural, semillas tostadas y/o levadura nutricional para que cada uno añada lo que quiera.

Yo le pongo de todo. El limón y el yogur contrarrestan el dulzor de la remolacha y suavizan el picante. La cebolleta añade un toque fresco y crujiente. Las semillas dan textura (además el sésamo ylas almendras son una fuente de calcio estupenda así que intento colarlos donde puedo). Y la levadura nutricional da un toque saladito y umami que potencia los sabores naturales de las verduras.








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