Me encantan las hamburguesas: de carne, de vegetales, de cangrejo, de pescado… de lo que sea. Cualquier cosa picada, amalgamada para formar un disco plano y pasado por la plancha, horno o frito tiene grandes posibilidades de gustarme. Tostadas y crujientes por fuera, tiernas y jugosas por dentro y muy sabrosas.

Salvo esas cosas secas metidas en un pan súper dulce y ahogadas en salsa que venden en los restaurantes de comida rápida y dicen llamarse tales. El problema es que cuando uno piensa en hamburguesas es precisamente en eso en lo que piensa. Y, claro, de ahí llegamos a dos conclusiones: las hamburguesas no son comida sana y las hamburguesas vegetales son sucedáneos para vegetarianos.

En otros idiomas a las hamburguesas que no son de carne se les puede dar otro nombre, cakes en inglés y galettes en francés, así que se consideran cosas completamente distintas y se comen sin plantearse ese tipo de cuestiones.

En fin, hoy os voy a enseñar cómo hacer hamburguesas de avena. La receta inicial me la enseñó Fede, un cocinero argentino que vivió unos años en Alemania (de donde probablemente sacó la receta) y que trabajó en mi bar en París. Y es una de esas comidas que se pueden hacer cuando no queda casi nada comestible en la nevera, admite un montón de variantes, es fácil, rápida de hacer, saludable y están muy buenas.

Una de las cosas interesantes de la avena, es que contiene mucílago, una fibra soluble que actúa como espesante natural, (y es responsable de la textura pegajosa de las gachas de avena por ejemplo). Incluir el mucílago en nuestra dieta es beneficioso porque:

Ayuda a regular el colesterol gracias a que forma una especie de gel que atrapa el colesterol, evitando que éste pase por el torrente sanguíneo.

Ayuda a regular el tránsito intestinal.

Es útil para estabilizar los niveles de azúcar en la sangre.

Y en la cocina, es precisamente el mucílago lo que hace que simplemente añadiendo agua, se forme una masa que se puede moldear en forma de hamburguesa sin necesidad de añadir liantes.

 

Preparación: 20 minutos

Raciones: 4 personas. 8 a 10 hamburguesas.

 

Ingredientes:

2 vasitos de avena. No uséis avena suave, queda una pasta inmanejable.

Dos vasitos de agua. Es un poco menos de agua que de avena, los vasitos de avena se llenan hasta el borde y los de agua no.

Una cebolla.

Dos dientes de ajo.

Una cucharadita de pimentón dulce o picante.

Un chorrito de aceite.

Sal y pimienta.

Polenta, harina de garbanzos pan rallado o cualquier otra harina, solo si es necesario.

 

 

Preparación:

Pelar y picar la cebolla y los dientes de ajo.

Poner en una sartén con un chorrito de aceite y algo de sal, a fuego medio bajo.

Medir la avena y ponerla en un cuenco, junto con el pimentón, sal y pimienta.

Cuando la cebolla esté blanda añadir el agua y llevar a ebullición.

Cuando hierva el agua verter el contenido de la sartén en el cuenco y mezclar bien.

Dejar reposar la mezcla hasta que la avena haya absorbido toda el agua y se enfríe lo suficiente como para poder manejar la mezcla con las manos. Al principio parece que sobra agua, pero en unos pocos minutos la avena se transforma en una masa compacta.

 

 

Mientras tanto podéis preparar una ensalada para acompañar. Si después de esperar la masa sigue siendo demasiado blanda, podéis añadir un poco de polenta, de harina de garbanzos o de pan rallado para espesar.

Formar bolitas y aplastarlas para obtener la forma de una hamburguesa. Debería de resultar fácil y no pegarse demasiado, pero podéis mojaros las manos para facilitar la tarea. A mí me gustan finitas para que queden más bien crujientes, pero podéis hacerlas como queráis.

Calentar una sartén o plancha a fuego medio con un poco de aceite y freír las hamburguesas, primero unos tres minutos por una cara (hay que esperar a que haga cama, o costra para poder darles la vuelta con facilidad. Si no, se romperán) y otros dos minutos por la otra cara.

 

Esta es la receta básica, se pueden hacer un montón de variantes, sin pimentón (la cebolla y el ajo van bien para todas, pero también podéis quitarlos). Antes de echar el agua hirviendo podéis añadir a la avena:

 

Trocitos de piña y curry.

Jengibre, hojas de lima, guindilla y cilantro.

Zanahoria rallada y comino.

Calabacín rallado y albahaca…

Tened cuidado al añadir hortalizas con mucha agua, escurridlas bien o contad con el exceso de agua para calcular el agua hirviendo.

¿A vosotr@s qué se os ocurre?

 

Para servir:

Se pueden comer calientes o frías, con ensalada o en bocadillo…

Al enfriarse se vuelven más flexibles y menos crujientes

Una vez pasadas por la plancha se pueden congelar y se pasan otra vez por la plancha sin descongelar para calentarlas, pero son tan rápidas de hacer que yo nunca lo he hecho, así que no garantizo el resultado. Contadme si probáis a congelar.