Los cereales son plantas, cuyas semillas o granos, se procesan de distintas maneras para utilizarlos en la alimentación humana. Los más habituales en la dieta occidental son el trigo, la avena, la cebada, el arroz o el maíz. Sin embargo, existen otros muchos que merece la pena incorporar a nuestra dieta, no solo por su excelente sabor, sino por sus propiedades muy beneficiosas para el organismo.

Aquí queremos presentaros todos los que existen y explicaros qué nos aporta cada uno para que podáis probarlos y elegir cuáles os convienen más, según vuestras preferencias y ritmo de vida.

Avena: las variedades más cultivadas son la avena sátiva y la avena byzantina. Este cereal es fuente de hidratos de carbono de absorción lenta lo que le proporciona un gran poder saciante además de ayudar a metabolizar las grasas por su contenido en betaglucanos y fibra soluble. De esta manera, resulta ideal para aquellas personas que quieren hacer dieta o bajar su colesterol, así como para deportistas o gente cuyo rendimiento físico diario sea muy exigente.

En copos, pueden consumirse para desayunar, mezclado con zumos o leche. También se puede cocer y hacer gachas o papillas con miel. Por otro lado, en grano, puede cocinarse junto a verduras o carnes. En harinas, se usa fundamentalmente como espesante de salsas o guisos.

Cebada y centeno: son dos de los cereales más antiguos usados por el hombre. La cebada tiene mucha fibra y ayuda a regular el tránsito intestinal. Además, contiene minerales como el magnesio o el calcio y tiene también vitaminas del grupo B que ayudan, entre otras cosas, al correcto funcionamiento del sistema nervioso central. El centeno, es un cereal con muy pocas calorías lo que lo hace idóneo para la pérdida de peso. Por otro lado, tiene vitaminas del grupo B, vitamina A y ácido fólico.

Se consumen sobre todo en el desayuno, en copos o hinchados, aunque también se hace pan con sus harinas.

Espelta y Kamut: Son dos tipos de trigo. La diferencia es que ambos contienen menos gluten ya que no han sufrido tantas variaciones genéticas como el trigo común. Por otro lado, sus harinas son mucho más sabrosas y aportan vitamina E, un fuerte antioxidante, y selenio.

Al parecerse al trigo común estos cereales pueden usarse en las mismas recetas y de la misma manera que éste y serán más beneficiosas para aquellas personas que tengan intolerancias leves al trigo.

Trigo sarraceno: Lo primero que debes saber de él es que no contiene gluten y aporta una gran cantidad de proteínas de orígen vegetal. Por otro lado, nos aporta hierro, magnesio y vitaminas del grupo B. También resulta idóneo para aquellos que quieran regular su colesterol porque contiene ácidos grasos.

Quinoa: semicereal de orígen andino. Se cultiva a 3000 metros de altitud. Aporta gran cantidad de proteínas, aminoácidos esenciales, calcio y hierro. Y, por supuesto, tenemos que decir que no contiene gluten.

Amaranto: tampoco tiene gluten. Es como la quinoa, que biológicamente no es un cereal pero se considera como tal por el elevado aporte nutricional que tiene. Es muy digestivo y contiene ácidos grasos esenciales, proteínas, hierro y calcio.

Teff: al igual que la avena, el teff tiene un alto poder saciante porque contiene hidratos de carbono de absorción lenta. De este modo, es ideal en dietas de adelgazamiento. Además contiene calcio y magnesio. Tampoco tiene gluten.

Mijo: es muy energético, así que se recomienda su ingesta por las mañanas. Aporta mucho hierro y magnesio, es bajo en grasa y tiene efecto probiótico, por lo que es muy digestivo. No contiene gluten.

Aunque la información presentada puede servir de orientación, en ningún caso debe ser considerado como prescripción o recomendación para ninguna enfermedad. CONSULTE SIEMPRE A SU MÉDICO DE CONFIANZA.